Hay montones de juegos de Final Fantasy pero la franquicia solo tiene un embajador universal: el Chocobo. Podríamos decir en general, desde luego, pero además nos referimos a uno en específico, cuyo aspecto casi parece sacado de una serie animada. Con enormes ojos azules, a veces con un reconocible zurrón y otras con un pañuelo, pero permanentemente el mismo talento tanto al patinar a velocidades absurdas como a la hora de meterse en líos.