El término
vaporware se popularizó en los años 80 y 90 para describir productos tecnológicos anunciados con bombos y platillos que nunca llegaban al mercado o, si lo hacían, no cumplían con las expectativas. En 2024, este fenómeno ha experimentado un resurgimiento preocupante, con
promesas infladas de innovaciones «revolucionarias» que no logran materializarse o que ofrecen capacidades muy por debajo de lo anunciado. Esta tendencia, impulsada en gran parte por el auge de términos de moda como «potenciado por IA» o «listo para cuántica», ha comenzado a erosionar la confianza del consumidor en las grandes empresas tecnológicas.
Entre los casos más relevantes está el de las PCs con IA integrada, promocionadas como herramientas que transformarían la productividad diaria al incorporar modelos de lenguaje en el propio hardware. Aunque se han visto avances interesantes, muchos de estos dispositivos no cumplen con las capacidades prometidas, limitándose a funciones básicas de procesamiento natural del lenguaje que no justifican su precio premium. Por otro lado, las plataformas de realidad aumentada (AR), como los visores de última generación, se han vendido como dispositivos indispensables para el día a día, cuando en realidad aún carecen de aplicaciones prácticas y accesibles para el consumidor promedio.