La era
digital ha transformado la forma en que adquirimos y disfrutamos de productos como los
videojuegos. Sin embargo, esta evolución tecnológica plantea nuevas preguntas sobre la propiedad y la
herencia de los bienes digitales. En particular, los
videojuegos comprados a través de servicios en la
nube presentan desafíos únicos cuando el cliente titular fallece.
A diferencia de los
videojuegos en formato físico, que pueden ser heredados como cualquier otro bien material, los
videojuegos en la
nube están vinculados a cuentas personales que no son transferibles. Esta realidad crea una situación donde, tras el fallecimiento del titular, los productos digitales comprados quedan inaccesibles para sus herederos.
Valve, propietaria de Steam, ha dejado claro que no permite la transferencia de cuentas ni la
herencia de bibliotecas de juegos, incluso en casos de fallecimiento. Según sus políticas, las cuentas y sus contenidos son servicios intransferibles. Esto significa que, compartir o permitir el acceso a otra persona está prohibido. Si se comparte la cuenta, se infringe la confidencialidad de la misma, lo cual está penalizado por la plataforma.
Este enfoque no es exclusivo de Valve. Otras grandes compañías de
videojuegos como PlayStation, Ubisoft, Xbox y Nintendo, mantienen políticas similares.