La leyenda de
Lilian Gish en el mundo del cine llegó, paradójicamente, de la destrucción del propio cine. Y es que la que luego sería una de las primeras grandes estrellas de la industria empezó vendiendo caramelos y palomitas en
Illinois, cerca del cine
Majestic. Cuando este se quemó y el negocio dejó de tener sentido, la familia decidió probar suerte en Nueva York. Un Nueva York de 1912 mágico, vibrante, único, en el que dos recién llegadas podían hacerse amigas de la actriz infantil más destacado del momento... y convertirse en mitos.
La mismísima Mary Pickford, que llevaba tres años en la industria como actriz para D. W. Griffith y que incluso había escrito ya algunos cortometrajes, conoció a Lilian y Dorothy Gish porque eran vecinas. Se hicieron rápidamente amigas y ese mismo año les presentó a Griffith y los productores: aunque Lilian tenía 19 años, mintió y se bajó la edad hasta los 16 para que fuera más fácil contratarla en aquel cine silente donde las normas no importaban demasiado. Lo consiguió, y de qué manera.
Ambas hermanas debutaron en 'An Unseen Enemy', de Griffith, donde hicieron el papel de damiselas en apuros. Para haceros una idea de hasta qué nivel Gish lo dio todo a partir de ahí, en mitad de un rodaje (de 'A good little devil', para más señas) tuvo un brote de anemia a base de trabajar y laborar sin parar.