En la transición entre la
Nintendo juguetera (con énfasis en los naipes) y la superpotencia de los videojuegos que hoy conocemos hay un eslabón no lo suficientemente recordado: la serie de sobremesas
Color TV Game. ¿Videoconsolas  en el sentido estricto o maquinitas de videojuegos? En muchos aspectos ambas cosas a la vez. Porque, en cierto modo, aquellas maravillas tenían más en común con las NES Classic Mini que con la auténtica 8 bits clásica, pero incluso en esas podemos localizar en ellas muchas de las claves del éxito de
Nintendo Switch.
El primer día de junio de 1977 una alianza surgida de una serie de carambolas entre Mitsubishi Electronics y
Nintendo decidió dar un paso de valiente: ofrecer un sistema de ocio con seis videojuegos preinstalados. Bueno, siendo realmente justos, lo que realmente nos proponía el Color TV-Game 6 era poder jugar a tres variantes del Pong de Atari en la tele de nuestra casa. Porque en esos tiempos los clones de los superéxitos eran el pan de cada día. La otra realidad es que aquella maquinita era el caballo de Troya de cara a un plan mucho mayor. En muchos aspectos, la piedra de toque de la Gran N de cara a su actual legado.
Por ubicarnos, porque es necesario, el Color TV-Game 6 salió tres años antes que el primer Game & Watch (lanzado en 1980) reorientase las prioridades de la Gran N y cuatro años antes de que
Nintendo lograse, tras mucho esfuerzo, su primer gran éxito propio en los videojuegos: el Donkey Kong original.