Hay algo muy interesante ocurriendo en Apple. La empresa más hermética de la industria tecnológica, la del permanente secretismo, está mostrando públicamente sus avances en robótica.
Apple publicó hace unos días un vídeo mostrando una lámpara robótica sospechosamente similar a
Luxo, la de
Pixar, que se mueve con gestos sorprendentemente humanos. No es un producto, sino un proyecto de investigación. El mero hecho de que lo muestren es una buena señal de hacia dónde se dirige la empresa.
Mientras Google, Microsoft y OpenAI están compitiendo por crear la mejor IA conversacional, Apple parece estar apostando por algo muy distinto. Algo que podríamos llamar "computación emocional", en la línea de la "computación espacial" con la que designa a las Vision Pro.
Es un movimiento muy de Apple. Es la empresa que humanizó los ordenadores domésticos (el asa, las tipografías, el icónico "Hello" manuscrito). Es la empresa que convirtió al teléfono móvil en algo íntimo y personal. Es la empresa que ahora quiere humanizar la IA. Y lo hace a su manera: mediante el diseño, el movimiento y la expresión no verbal.
La lámpara robótica de Apple no es Alexa con brazos. Es algo más sutil y profundo: un ejercicio de computación expresiva que demuestra que las máquinas además pueden transmitir emociones sin palabras, solo con movimientos de un estilo muy concreto.