Hay más de mil
Pokémon, pero no todos tienen el carisma de
Pikachu. No solo es el embajador de la franquicia, sino además una criatura es reconocible en todo el planeta gracias a lo mucho que ha calado en la cultura popular. Sus cachetes colorados, sus ojitos redondos, ese color amarillo... ¿Su cola en forma de corazón? Si alguna vez has visto uno así es que tienes delante de ti un
Pikachu hembra. Y este detalle tan maravilloso no es un caso aislado.
Partamos desde lo más básico: a partir de la cuarta generación de juegos, correspondiente a las ediciones Perla y Diamante lanzadas en 2006, la propia Game Freak empezó a introducir diferencias en el diseño de determinados
Pokémon en función de su género. Cambios muy sutiles en la mayoría de los casos, aunque con excepciones realmente apreciables como pasa con Pyroar, dónde el macho posee una pronunciada melena.
Para distinguir entre un macho y una hembra hay que ser un poquito lince salvo excepciones muy acusadas. En el referido caso de
Pikachu tenemos que el final de la cola tiene forma de corazón, pero su evolución Raichu es más complicada de ver ya que la cola de las hembras no termina en punta y es más pequeña.
En el caso de Zubat y Golbat los colmillos de los machos son más grandes, con lo que tienes que comparar para distinguir e, incluso en esas, debes fijarte mucho.