Aunque no lo parezca, fuera de nuestra burbuja aún hay que hacer una labor evangelizadora en lo concerniente a la animación, remarcando y subrayando que se trata de un medio más que un género y que, de hecho, no es necesariamente para niños. Si ejemplos como 'BoJack Horseman', 'Anomalisa' o la mitad del anime que llega a España no son suficientes, ahora tenemos 'Memorias de un caracol', un increíble (y tristísimo) película realizado durante ocho años en stop motion y que puede acabar con vuestros lacrimales... y con la inocencia de los más pequeños.
Sí, 'Memorias de un caracol' está protagonizada -en parte- por niños y sus diseños parecen propios de algún extraño programa infantil de los 90, pero la historia que muestra va mucho más allá: habla de problemas mentales, perversiones sexuales, muerte, pérdida, obsesión y la eterna tristeza de crecer sin saber quién eres exactamente. Eso no significa que sea, en sí, un filme que pinche e insista en lo lacrimógeno. Al contrario: su protagonista, que narra su vida, permanentemente intenta quitarle hierro al trauma e introducir momentos de humor muy agradecidos, formando una mezcolanza de géneros que se torna apasionante desde el primer minuto.