Mi columna de esta semana en
Invertia se titula «De modelos a agentes» (pdf), y trata de explicar de una manera razonablemente accesible la transición que está teniendo lugar en el
panorama de la
inteligencia artificial, un campo que aún resulta muy novedoso para mucha gente pero que refleja transformaciones cada vez más importantes y decisivas para su futuro.
El primer estadío de evolución tras la aparición del mítico paper que dio origen a los transformers y a la IA generativa fue el del desarrollo de modelos masivos de lenguaje. Una era que, se inicia con la presentación por OpenAI de Dall·E, primero, y de ChatGPT a continuación, hace ahora casi exactamente dos años, que se convirtió en un acontecimiento a todos los niveles y en el fenómeno de adopción tecnológica más rápido de la historia.
La presentación de esos modelos generó, además de muchísima expectación, mucha competencia. Otras compañías, gracias a su privilegiada relación con OpenAI derivada de su uso de Azure, con Copilot, o Google, primero con Bard y luego con Gemini. Pero también nuevos entrantes, y toda una suerte de ecosistema que bordea el código abierto con compañías como Mistral y un buen número de competidores chinos, entre otros. Expresar una interfaz de un modelo como un chatbot es vistoso, razonablemente sencillo y ofrece muchas ventajas de cara a su fácil adopción, lo que hace que prácticamente todos la adopten.