Admiro de forma genuina a todos los directores que consiguen sobrevivir dentro de la industria haciendo las cosas a su manera, aunque eso signifique contar con menos presupuesto, tener que tirar de favores y, entre filmes, hacer malabares con decenas de otros proyectos paralelos para seguir adelante. Es el caso de
David Galán Galindo, un todoterreno que ha hecho sus pinitos en la literatura, el cómic, el rap, la televisión y hasta el teatro. Y, ha conseguido salir indemne de todas ellas sin dejar que su personalidad naufrague entre proyectos.
Vaya por delante que 'Matusalén' no es ninguna obra maestra ni un film que vaya a encabezar los tops de lo mejor del año. Pero tiene algo que muchas de esas cintas buscan sin localizar nunca: autenticidad. Y es eso lo que consigue elevar un argumento modélico y sin trampas ni giros inesperados a otro nivel: podría ser un pastiche, que pone el humor y el corazón en los lugares adecuados, aniquila cualquier posibilidad de verla bajo un filtro de cinismo. Es exactamente lo que quiere ser. No es perfecta, pero, como las rimas de Elpho-K, es rabiosamente personal.
Y es que Galindo sabe tratar cada una de sus filmes con la audacia y la desesperación de quien sabe que podría ser la última.