No exagero si digo que los laboratorios
Bell en Nueva Jersey podrían ser uno de los edificios más importantes de la historia moderna. Si cada vez que ves
Separación te quedas hipnotizado por esos interminables pasillos blancos y esas oficinas que parecen sacadas de un sueño inquietante, debes saber algo: ese lugar existe. Y no solo existe, sino que entre esas paredes nació prácticamente toda la tecnología que estás usando ahora mismo.
Los laboratorios
Bell son la obra maestra final del legendario arquitecto Eero Saarinen, quien falleció antes de ver completada su creación. ¿Por qué? Porque parece diseñado desde el futuro... pero en realidad fue construido en 1962. En su momento, este complejo de 185,800 metros cuadrados (unos 26 campos de fútbol) representó una revolución total en el concepto de espacio de trabajo corporativo. Todo un Apple Park de la época.
Lo más impresionante es el vestíbulo más relevante, con un techo de casi 30 metros de altura y una recepción central que parece flotar en el espacio. Exactamente el mismo que ves en
Separación cada vez que Mark y sus compañeros llegan a la oficina. La sensación de grandeza es abrumadora, y esa era precisamente la intención: crear un templo dedicado a la ciencia y la innovación, donde los investigadores pudieran sentirse parte de algo más grande que ellos mismos.