A mediados del pasado diciembre, un trabajador tecnológico que fue recogido por uno de los vehículos para llegar al aeropuerto y volver a su casa en
Los Angeles, se encontró de repente con que el automóvil empezaba a dar vueltas en círculo sin parar en un parking y no podía salir de él, porque al estar constantemente en movimiento, no podía tampoco abrir las puertas.
Tras más de cinco penosos minutos dando vueltas, logró contactar con
Waymo para tratar de solucionar el problema y terminó llegando a su vuelo, aunque no quedó demasiado satisfecho con el trato que recibió de la compañía, que simplemente se limitó a no cobrarle el viaje, pero aparentemente no ofreció ni siquiera una disculpa.
A medida que más y más de las operaciones habituales que llevamos a cabo en nuestra vida cotidiana van siendo tomadas por algoritmos de diversos tipos, nos vamos a ir encontrando de manera más rutinaria con situaciones como esta o similares, con momentos de «rebelión de los electrodomésticos». Según un artículo publicado en IEEE Spectrum, resulta sorprendentemente fácil manipular de manera maliciosa robots desarrollados mediante modelos masivos de lenguaje, sin prácticamente necesidad de saber programar. Esto genera toda una amplia gama de posibilidades de manipulación que van desde la mera travesura, que nos llevan a un escenario en el que este tipo de comportamientos no van simplemente a ocurrir por accidente.