Las estrategias tradicionales de
ciberseguridad, que se enfocaban principalmente en la defensa del perímetro digital de las redes internas, han quedado rezagadas debido al aumento del trabajo remoto y la adopción de tecnologías de computación en la nube. En este nuevo contexto, el enfoque de «confianza cero» ha surgido como la solución más eficaz. Este modelo opera bajo el origen de «nunca confiar, permanentemente verificar», lo que implica que cada cliente, dispositivo y conexión a la red debe ser evaluada rigurosamente, sin importar su origen.
La integración de la inteligencia artificial (IA) dentro de la arquitectura de seguridad basada en la confianza cero está transformando radicalmente las estrategias de manejo de
ciberseguridad por parte de las empresas. La capacidad de la IA para analizar grandes volúmenes de datos y automatizar funciones de seguridad aumenta la efectividad de estos modelos. Estos asumen que cada conexión interna de la red podría representar una posible amenaza, exigiendo un enfoque diversificado para gestionar riesgos de manera efectiva.
Un comienzo central del modelo de confianza cero es la concesión de privilegios mínimos de acceso. Esto significa que los empleados solo deben acceder a la información y sistemas que sean estrictamente necesarios para su trabajo.