Mi columna en
Invertia de esta semana se titula «La inteligencia artificial y las reacciones absurdas que genera» (pdf), y trata de explicar la lógica que se debe seguir al añadir el uso de una herramienta de propósito general como la inteligencia artificial a nuestras vidas, y cómo mantener el equilibrio entre un uso razonable que nos hace más productivos, y un uso absurdo que nos lleva a perder el sentido de lo que hacemos.
Que uno de los mejores periódicos del mundo, anuncie la adopción de
herramientas de inteligencia artificial en su redacción no significa que, a partir de ahora, «el periódico vaya a estar hecho por robots», o que su calidad vaya, de alguna manera, a empeorar. De hecho, muy típico de los tiempos actuales: la decisión del NYT de sugerir a sus trabajadores que hagan uso de esas
herramientas generativas se basa en unos principios muy claros y en una promesa, que «su periodismo permanentemente será reportado, escrito y editado por sus expertos periodistas». Estoy convencido de que el movimiento, con esos criterios detrás, hará del NYT un medio todavía mejor de lo que es.
En mi compañía, IE University, acabamos de cerrar un acuerdo con OpenAI para integrar sus
herramientas en todo su ecosistema académico.