Un estudio llevado a cabo por los creadores de la herramienta líder en detección de contenido no original,
Turnitin, afirma que a lo largo del año pasado, los estudiantes entregaron como originales más de veintidós millones de ejercicios realizados con la ayuda de herramientas generativas como
ChatGPT,
Gemini y otras, algo que supone, según algunos, una amenaza y un terrible drama.
Nunca he confiado en herramientas como
Turnitin, no puedo hacer más que disentir y dudar de sus conclusiones. Desde la primera vez que, sabíamos que una innovación como esa iba a cambiar la educación, pero no inevitablemente a destruirla. De hecho, los profesores que se afanan en prohibir ese tipo de herramientas y en tratar de detectarlas a toda costa me preocupan mucho más que los que simplemente toman una aproximación abierta y permiten su uso de manera transparente. A estas alturas de film, me preocupa seriamente que un profesor no sepa usar
ChatGPT de manera competente, mucho mejor que sus estudiantes.
En primer lugar, por una cuestión de comienzos: si una herramienta es capaz de proporcionar una ventaja competitiva a mis estudiantes a la hora de hacer cosas como escribir un texto o crear un lanzamiento, lo que pretendo como profesor no es que la eviten ante el peligro de ser acusados de copiar, sino que aprendan a utilizarla y a sacarle partido de la mejor manera posible.