No importa cuándo leas esto, es casi seguro que en las últimas horas has usado algún servicio de
Google. Quizás has enviado un correo en
Gmail, navegado con
Chrome o hecho una búsqueda en
Google. La compañía domina tantos aspectos de la vida digital que resulta complicado escapar de su ecosistema. Pero con ese poder además llegan los problemas: las autoridades antimonopolio llevan años presionando para que se desprenda de algunas divisiones, y una posible separación está cada vez más cerca.
DOJ vs.
Google. El pulso entre
Google y las autoridades estadounidenses no es nuevo. En octubre de 2020, el Departamento de Justicia (DOJ) y once fiscales estatales presentaron una demanda acusando a la compañía de Mountain View de monopolizar las búsquedas en internet. Tras años de litigio, en agosto del año pasado, el juez federal Amit P. Mehta falló en su contra, concluyendo que el gigante tecnológico había mantenido su dominio en el mercado de las búsquedas al imponer barreras de entrada que dificultaban la competencia. Una de sus más importantes estrategias ha sido pagar a fabricantes de móviles como Apple para asegurarse ser el motor de búsqueda por defecto en sus dispositivos.
Una medida audaz sobre la mesa. A lo largo de la historia, las autoridades han intervenido para frenar el dominio de grandes empresas, aunque la estrategia más común suele ser imponer sanciones económicas. Obligar a vender parte del negocio, en cambio, es una medida drástica y poco frecuente.