Decir que 'Salvar al soldado Ryan' es una de las grandes obras maestras del prolífico género bélico no es ningún exabrupto sin fundamento. Del mismo modo, no es descabellado afirmar que su extraordinaria secuencia ambientada en el desembarco de
Normandía logró eclipsar al resto de sus brillantes 170 minutos de metraje con uno de los ejercicios de cámara y montaje más viscerales de la historia del séptimo arte de hecho, mucha gente cree que es la secuencia de apertura, pero no es así p>
La puesta en escena de Steven
Spielberg, sumada a la labor de Janusz Kaminski, cuya retrato destacó por el uso del bleach bypass un proceso fotoquímico que genera imágenes con baja saturación y latitud, alto contraste y grano y el stacatto cuyo juego con el obturador elimina el blur de la imagen y aporta nervio y realismo dieron forma a un pasaje tan espectacular como pesadillesco.
Pero las sensaciones transmitidas por la versión del Día D del Rey midas de Hollywood no sólo afectaron al público sin experiencia en el campo de batalla; además afectó con especial intensidad a los supervivientes de uno de los choques más determinantes de la II Guerra Mundial. El veterano John Raaen, rememoró en la revista Time el visionado del filme.
"Todo el mundo se quedó estupefacto. Yo también. Tampoco iba a hablar con nadie. Simplemente trajo tantísimos recuerdos que tu mente revivía todas las cosas por las que pasaste".