La transformación de las ciudades europeas hacia espacios con menos coches y más orientadas al peatón y a la movilidad sostenible está dejando de ser una excepción para convertirse en la norma. Un reciente artículo del
Washington Post, «Why Europe is going âcar-freeâ«, destaca cómo diversas ciudades europeas están adoptando políticas ambiciosas con un objetivo claro: ciudades más saludables y habitables, con cada vez menos automóviles.
Las ciudades optan o bien por eliminar la totalidad de los vehículos particulares en favor del transporte público, o por eliminar el aparcamiento en superficie y el tránsito por determinadas zonas para dificultar su uso, o bien por autorizar únicamente vehículos que no generan emisiones. En un entorno en el que los vehículos eléctricos van abandonando ya toda connotación elitista y apuntando cada vez más a una paridad de precio con los de combustión interna, las ciudades van diseñando sus modelos de movilidad para priorizar la eliminación de las emisiones de la mejor manera posible, balanceando además otros aspectos de índole económica y social.
En París, la alcaldesa Anne Hidalgo ha liderado un proyecto emblemático para restringir el acceso de los vehículos privados en el corazón histórico de la capital francesa.