Las acciones de Apple cerraron ayer a casi 224 dólares. Cuando se abra la sesión en Wall Street habrán caído de golpe y porrazo más de un 7%, hasta los 208 euros. Ese desplome será el mayor entre las Big Tech, pero todas ellas se verán afectadas de forma notable por los aranceles anunciados por Donald Trump. Y eso hace que haya otro peligro derivado: el de la inversión en IA.

Las Big Tech caen a plomo.

La tecnología de reconstrucción de la imagen por medio de inteligencia artificial (IA) ha llegado al mundo de los videojuegos para quedarse. La utilizan NVIDIA, Intel y AMD en sus tarjetas gráficas para PC. La usan Sony y Microsoft en sus consolas de sobremesa. Y, aunque Nintendo no ha oficializado nada, al menos aún, acerca de si Switch 2 también la utiliza, podemos estar seguros de que es así. El hardware de esta máquina híbrida lo requiere.

Microsoft nos ha hecho ver todo este tiempo que Windows aglutina toda una concatenación de sistemas y tecnologías pasadas, por lo que muchas veces nos encontramos con rincones del sistema que nos recuerdan a una época previo. Esto es genial desde el punto de vista de la compatibilidad con sistemas y aplicaciones antiguas, pero además nos deja cierta sensación de inconsistencia, sobre todo en lo que respecta al diseño y estructura de la interfaz del sistema operativo.

De todos los productos de Xiaomi que tengo en casa, el que más uso luego de mis bombillas inteligentes, es el secador de pelo. La compañía vende uno en España desde hace tiempo que, además de bonito, es muy funcional, ocupa poco espacio y tiene un accesorio adicional.

Nintendo ya ha mostrado sus cartas, y es curioso que durante el último Direct de presentación de la Nintendo Switch 2 nos hayamos quedado casi con más inquietudes que respuestas. Aún así, podemos concluir que hemos presenciado grandes juegos, y que la consola cuenta con unas prestaciones que parece que van a ofrecernos una grata experiencia.

Una innovación que parece sacada de una película de ciencia ficción podría ser la próxima gran revolución energética en América Latina. Se trata de una tecnología que capta energía solar en el espacio y la envía directamente a la Tierra.

Aunque prometería grandes beneficios, los retos son tan enormes como su potencial.