Mi primer ordenador llegó a casa con Windows 3,1 y MS-DOS y todavía recuerdo cómo anoté en un papel mis primeros comandos para navegar entre directorios, ver su contenido, borrarlos o editarlos. Era como aprender un nuevo idioma (de hecho, lo es) frente a una interfaz en negro poco amigable. Sin embargo, cuando entraba en Windows se acababa la necesidad de recordar comandos en favor de unas carpetas y menús coloridos que podía ver.