A Ámsterdam se le ha indigestado el turismo. Al menos el denominado turismo de masas. Mientras en otras urbes europeas con un marcado peso del sector servicios incluidos grandes destinos españoles se celebra cada nuevo récord de visitas como un éxito económico, en la capital holandesa han cambiado de enfoque.
Allí el objetivo ya no es capar más turismo, sino ponerle freno en un intento por hacerlo compatible con la vida de sus vecinos.