Hay momentos en la vida en los que el tiempo parece detenerse. Accidentes, enfermedades... eventos que nos recuerdan lo frágiles que podemos llegar a ser. Este es el caso de Daniel Vallaire, un hombre de 70 años que, el verano pasado, vivió una de las experiencias más aterradoras de su vida. Una que, de no haber contado con un aliado inesperado, habría tenido un desenlace fatal.
Era un día normal para él.