El otro día hablaba con conocido que me comentaba que, cuando era pequeño, en el Ayamonte de los años 60 y 70, iban al colegio con botas de agua. No solo eso, me decía, "recuerdo las casas blancas poniéndose verdes porque no paraba de llover". En aquel momento, no estaba seguro de si era verdad o se trataba de la nostalgia alterando los recuerdos de la infancia, pero viendo lo que está pasando en el extremo suroccidental de la península, no me extrañaría nada.