Los servicios de computación en la nube como Amazon Web Services (AWS), Google Cloud o Microsoft Azure se han convertido en herramientas fundamentales para gobiernos y empresas de todos los tamaños en Europa. La lógica es simple: en lugar de invertir en servidores propios, pueden acceder a potentes recursos tecnológicos bajo un modelo de pago por uso.
Se trata de un esquema que ha dado buenos resultados durante años, pero en los últimos tiempos han surgido ciertos inconvenientes.