El gobierno
Biden está a punto de abandonar el poder, pero ha decidido no hacerlo sin antes poner sobre la mesa un marco regulatorio que limita la exportación de chips avanzados (entre los que se incluyen aquellos utilizados en el desarrollo de inteligencia artificial). Esta decisión, si bien intenta salvaguardar la ventaja tecnológica de Estados Unidos frente a competidores como
China, ya está generando controversia entre las grandes empresas y los expertos del sector.
Este marco legislativo pretende restringir el acceso a chips avanzados en hasta un total 120 países, planteando excepciones únicamente para aliados clave como Australia, Japón y la mayoría de los países europeos.
Así, dichos aliados no se enfrentarán a restricciones significativas, pero a otros países se les aplicará límites en la cantidad de chips que podrán importar, con un sistema de licencias para casos específicos, como universidades e instituciones médicas.
La Casa Blanca justifica la decisión argumentando que la rápida evolución de la IA podría representar riesgos significativos para la seguridad nacional estadounidense si las tecnologías más avanzadas caen en manos de países rivales.
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