Contaba hace varias semanas
Elon Musk que su departamento de eficiencia (DOGE) cuenta con una ventaja sobre el resto: trabajan 120 horas a la semana. Por increíble que resulten sus palabras, los hechos parecen darle la razón, porque las extenuantes jornadas laborales han llevado a más de un alarmante error de cálculo entre despidos masivos y desmantelamiento de programas clave. El último: largar a tanta gente que los controles sanitarios del país se han debilitado.
Errores administrativos. Lo contaba Wired en un reportaje donde hacía balance desde la creación de la oficina DOGE. En apenas unas semanas, sus acciones habían incluido la publicación de información clasificada por accidente, el despido y recontratación desesperada de expertos en seguridad nuclear, o la inflación errónea de "ahorros" gubernamentales en 7,992 millones de dólares.
Para el medio, los fallos reflejan una combinación de arrogancia tecnológica y desconocimiento absoluto del funcionamiento del gobierno, con consecuencias potencialmente catastróficas.
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Riesgos en la seguridad alimentaria.