Hay científicos serios encerrándose en
cuevas durante meses, y lo llevan haciendo desde hace décadas por una buena razón, además de la aventura que supone. Sus expediciones han servido para, estudiar cómo se adapta el reloj biológico del ser humano cuando no tiene la referencia del día y la noche. Y de entre los hombres que se han adentrado en
cuevas y cavernas, pocos, o seguramente ninguno, como la historia de Floyd Collins.
La trágica odisea. El 30 de enero de 1925, considerado entonces como el mayor
explorador de
cuevas de la historia a>, emprendió su última expedición en Sand Cave, una caverna que esperaba explotar y convertir en una atracción turística.
¿Cómo? En aquel entonces nos encontrábamos en la era de las denominadas como Cave Wars, donde los propietarios de
cuevas competían por atraer visitantes, un momento de la historia que motivó a Collins a buscar una entrada estratégica que le permitiera beneficiarse del creciente turismo en la región de Mammoth Cave.
Las personas mentalmente fuertes siguen estos cinco hábitos. Los espartanos ya lo hacían hace 2500 años
El problema. Los historiadores concuerdan en que su ambición lo llevó a quedar atrapado cuando una roca de 12 kilogramos cayó sobre su tobillo, inmovilizándolo en un angosto pasadizo subterráneo.