Un muy buen artículo en
The New York Times, «What happened when a
German car factory went all electric«, ilustra lo ocurrido en la ciudad alemana de
Zwickau, en
Sajonia, cuando su enorme factoría de
Volkswagen, que genera más de diez mil empleos directos y decenas de miles de empleos indirectos, tomó la decisión de reconvertirse para la fabricación exclusiva de vehículos eléctricos.
Un proceso que se encuadra dentro de lo que Der Spiegel denomina «la crisis existencial de la industria automovilística germana«, que se está viviendo también en otros países y zonas muy dependientes de la industria del automóvil como Ohio en los Estados Unidos, y que según muchos analistas iba a significar una auténtica debacle, con despidos masivos y un empobrecimiento generalizado, y que en la práctica, al llevarse a cabo, ha ocasionado⦠nada.
¿Qué quiere decir exactamente nada? Pues que básicamente, aunque muchos empleos cambien y tanto la tecnología como las cadenas de montaje se modifiquen, la industria del automóvil es razonablemente buena a la hora de re-cualificar a su personal, y que puede de hecho negociar y asumir, como hicieron en el ejemplo alemán, que no habría despidos de empleados full-time hasta el año 2030. Ni caída del empleo, ni quiebras de las compañías auxiliares, ni nada.