Mi columna de esta semana en
Invertia se titula «No todos los robots son iguales» (pdf), y trata de anticipar lo que estoy convencido que vamos a ver en no mucho tiempo: la irrupción de la robótica en la vida cotidiana en la categoría de electrónica de consumo, obviamente más allá de los simples robots aspiradores.
Un buen amigo lleva ya algún tiempo trabajando en 1X, una compañía noruega con la que tenía poca familiaridad pero que he pasado a conocer un poco más, y lo que voy viendo a medida que me intereso por el tema me está gustando bastante. Dedicada a la inteligencia artificial y la robótica, desarrolla un concepto que me parece muy interesante: robots más ligeros que los que conocemos habitualmente, que pueden tener usos industriales â no olvidemos que el factor antropomórfico hace que sean no solo muy versátiles, sino que se beneficien del hecho de que la mayoría de las infraestructuras y herramientas que nos rodean están diseñadas para humanos â pero también pueden plantear una integración en mercados de consumo, con características que los hacen mucho más adecuados para ello que el clásico modelo de Boston Dynamics o de Optimus que conocemos de múltiples vídeos virales.
Si piensas en un
robot capaz de llevar a cabo tareas domésticas, la idea de un monstruo metálico grande y pesado encaja seguramente menos que la de un humanoide de 1,67 metros de altura y tan solo veinticinco kilos recubierto de un tejido de tacto agradable.