El cambio al trabajo remoto durante la pandemia no solo cambió nuestras rutinas diarias, sino que además tuvo efectos profundos en nuestros cerebros. O eso dicen los estudios.
En nuestra mayoría, libres de las charlas de camaradas de
oficina o de ruidos de teclados (digo en su mayoría porque mucha gente tiene en casa a familiares, hijos e hijas o a otros camaradas que también teletrabajan y no hay tanto silencio).
De todos modos, este cambio nos ha hecho más susceptibles a las distracciones cuando volvemos al entorno de
oficina tradicional.
Dice Gleb Tsipursky, director ejecutivo de Disaster Avoidance Experts y científico del comportamiento que ayuda a los ejecutivos a tomar decisiones, que el cerebro es un órgano altamente adaptable, que cambia constantemente en respuesta a nuestro entorno (este fenómeno es conocido como neuroplasticidad).
A muchas empresas les ha ido bien con el teletrabajo, pero ahora obligan a sus trabajadores a volver a la
oficina. Esto defienden
Cuando trabajamos desde casa, nuestros cerebros se adaptan a un entorno más tranquilo y con menos distracciones. Estamos más sintonizados con los sonidos sutiles del entorno de nuestro hogar: el zumbido del refrigerador, el tictac de un reloj, el canto de los pájaros fuera de la ventana. Estos sonidos se convierten en el telón de fondo de nuestra jornada laboral y nuestros cerebros aprenden a ignorarlos, lo que nos permite concentrarnos en nuestras tareas.