Primero fue el primer ministro de Reino Unido, Keir Stamer, el que dejó clara la postura de la nación frente a la guerra arancelaria. China era más aliado que enemigo frente a las turbulencias del mercado global. Luego fue Pedro Sánchez, presidente de España, el que se manifestó en la misma línea. De alguna forma, y que eso ocurre mientras sobrevuela una palabra junto a China que pondrá a prueba las regulaciones del viejo continente: dumping.
El desafío tras los aranceles.