Ponte en situación: acudes mañana a laborar como cada día y, por puro instinto primario, te entra la necesidad de ir al baño. Acudes con plena normalidad, te lavas las manos, sales y vuelves a tu puesto. En ese momento aparece tu jefe pidiéndote explicaciones y descontándote esos minutos de tu jornada laboral, ya sea teniendo que compensarlo luego o quitándote algo de sueldo.
Suena absurdo y de hecho lo es. Sin embargo, en Suiza no deben pensar eso.