A lo largo de los últimos años el Gobierno de Japón ha tenido que echar mano de su reserva de arroz de emergencia para afrontar precisamente eso, emergencias. Lo hizo tras el terremoto y maremoto que golpearon el este del país en marzo de 2011. Y volvió a hacerlo años luego tras la cadena de seísmos que hicieron temblar el suelo en Kumamoto. Ahora las autoridades se han visto obligadas a recurrir de nuevo a sus silos nacionales, aunque no para responder ante una emergencia imprevista.