El repaso es demoledor. La
Agencia Catalana del
Agua ha anunciado que en septiembre, si nada cambia, va a haber cortes de
agua en el área metropolitana de Barcelona. Euskadi está empezando a cortar el
agua por las noches para municipios que no dependen de pantanos. Cantabria ya ha cortado el
agua de las duchas de las playas y se prepara para ir más allá. Galicia ultima los preparativos para declarar el estado de alarma. Andalucía está por debajo del 30% de
agua embalsada (Huelva por debajo del 25%) y los agricultores están haciendo podas extraordinarias para preparar el campo a la sequía.
¿Cómo hemos llegado a esta situación? Según el Boletín Hidrológico Nacional la respuesta es simple: en los últimos tres meses ha llovido un 46% menos de lo que tendría que llover. De hecho, en julio esa caída ronda el 70%. Esto se suma a que desde el 1 de octubre de 2021 (la fecha en la que comienza el año hidrológico) ha caído solo un 25% de lo normal en muchas zonas del país. Es decir, que "no llueve sobre lo no mojado".
Y si eso sería un problema cualquier año, ahora es un drama. La ausencia de lluvias nos ha pillado con los embalses en mínimos históricos. No solo estamos 20 puntos por debajo de la media de los últimos 10 años, es que estamos gastando en torno a 1,5% del
agua disponible cada semana.
Ojalá solo fuera un pantano vacío: así está sufriendo la sociedad española las consecuencias menos obvias de la sequía
Cerrar el grifo.