Imagínate la escena: cena de gala, cientos de eruditos tecnológicos, todos de punta en blanco. Y, en mitad de ellos, nuestro ex-monarca,
Juan Carlos I de España, sentado al lado de
Steve Jobs, que entonces ni siquiera trabaja para Apple pero tiene un gran proyecto entre manos. Ese proyecto se llama
NeXT, una empresa de ordenadores, con ofertas de empleo muy jugosas y una idea clara para revolucionar la informática doméstica: crear la interfaz más intuitiva jamás diseñada.
¿Y qué hacen ahí esos dos tipos, de perfiles tan dispares? Uno está en representación del gobierno español, otro está allí para vender su moto, aunque no literalmente... Pues bien, todo es cosa de un tal Ross Perot, un arquetípico empresario tejano, natural de Dallas, de talla menuda y con un olfato especial para los negocios. Un tiburón.
La historia de Ross Perot es demasiado dilatada y llena de accidentes históricos como para resumirla en un par de párrafos, pero sirva decir que su carrera en el mundo empresaria comienza con IBM, como un simple comercial. Tras unos años trabajando para el gigante tecnológico, vendiendo ordenadores, se lleva lo aprendido a Electronic Data Systems (EDS), empresa que acabaría transformándose en una consultora de gran éxito. Algunos dijeron que aquella fuga bordeaba lo ilegal: sabía demasiado.
Con los bolsillos llenos, en 1984 Perot decide venderle a General Motors la mayor parte de la compañía...